Tengo una intuición muy tramposa porque me cuenta la mitad de las cosas. Creo que quiere que aprenda a no controlar todo y a confiar en las corrientes de la vida. Con ella tuve una gran conversación y te la voy a compartir. Me puso una venda en los ojos y me llevó al sitio más alejado del ambiente mundano. Al llegar, sin saber dónde estaba me dijo:
—Estamos en una piscina… ¡Lánzate!
—Pero si no veo… ¿Hay agua?
—No te lo voy a decir.
—¿Por qué?
—O confías en mí o nuestra relación no va a ir por buen camino. Te dije que había una piscina y lo creíste pero no sabes si te estoy diciendo la verdad y aun así me crees. Si eres capaz de creer eso sin ver, eres también capaz de tener fe en el salto y en la posibilidad de que haya agua sin que yo te lo diga.
—¿Por qué me tengo que tirar?
—Eso sí que te lo voy a decir, porque es la entrada a tu propio camino. Tu misión en el mundo de la superficie, ya ha terminado y tu energía masculina ya no va a llevarte más lejos de lo que ya lo ha hecho. Tu energía femenina en cambio te va a mostrar realidades más allá del conocimiento limitado de una época en concreto. Quiero que entiendas que te agobian las informaciones de un momento dado porque sabes que sus límites no son sólidos y que en un siglo van a volver a cambiar. Cuando veas todo lo que te puede mostrar se te hará difícil interesarte por eso tan banal, porque comprenderás que todo es lo mismo pero que se disfraza de distinta forma bajo diferentes palabras, será como depositar una bola dentro de una caja. La caja cambiará de color, de lenguaje, de información y de tamaño, pero lo que custodia te dará esa constante que tanto buscabas : una bola llena de energía vibracional y dual. Va a ser un gran reto conectar con sus hemisferios. Qué interesante puede ser fusionar agua y tierra…
En otros momentos de mi vida, me hubiera frenado pero esta vez era distinta, salté sin dudar, estaba dispuesta a romperme un hueso.
Así fue como vi que solo tenía que confiar en la intuición para disfrutar de ciertas sorpresas, pues al final, había una piscina y había agua dentro. No era un agua cualquiera, era pura, con toques cítricos. Eso solo podía significar que iba por buen camino y que si uno cree, crea sus propias realidades.
Ese salto, fue como volver a nacer. El mundo de donde venía solo era una simple gestación, una preparación, un embarazo del propio ser (llámalo como quieras), pues hasta en una misma vida morimos y reencarnamos sucesivas veces cuando el alma finaliza su misión en la tierra de las apariencias.