Perséfone en la mitología, era la reina de los muertos, pero también la que daba paso a la primavera en el mundo de los vivos. Según el mito, fue raptada por Hades, el rey del inframundo. La madre de ella (la diosa Deméter), buscándola por todos lados le pidió a Zeus que se la devolviera. Por varios motivos o mitos, Perséfone llegó al pacto de pasar cuatro meses con Hades y los otros ocho con su madre en la superficie. Para mí, Perséfone es un claro ejemplo de cómo trabajar la dualidad de las personas. No es tanto positivar o negativizar todo, sino de aprender de ambas partes o reinos.
Imagino que para Perséfone no sería nada sencillo ir mudándose de reino a reino a cada poco tiempo, porque estar entre la vida y la muerte quiere decir que siempre iba a estar en continuo cambio y aceptar eso es aceptar, que su reino jamás sería uno, serían dos y saber gobernar tantas diferencias a la vez, es una tarea digna de ver. Además, otro aspecto interesante de este personaje es su rechazo inicial al inframundo y a su propio destino. Forzar y resistir eso para lo cuál estas destinado/a al final trae más dolor que otra cosa. Por eso es tan importante llegar a acuerdos y aprender a dar lo mejor de uno/a mismo/a en cada lugar sin prejuicios y sin velos. Pues Perséfone tenía la posibilidad de disfrutar de las personas tanto en el mundo de los vivos como cuando se marcharan al mundo de los muertos porque los iba a poder ver en ambos sitios y esa conexión ancestral, jamás se la podrían quitar.
Hay veces que no entiendes qué haces en un sitio y es que algo tienes que hacer ahí. Nada es casual.