Mira que nos cuesta soltar cosas. Yo la primera. Cuando algo te gusta te aferras como un clavo ardiendo. Sin embargo, no hace mucho, alguien me preguntó: «¿En qué pones tu foco de atención?»
Creo que fue clave porque me puedo distraer con cualquier cosa. Entonces lo supe. Imagínate que tienes un puzle completamente azul en tu cabeza y quisieras tener una pieza verde, pero si no hay espacio… ¿Dónde la pones? Aquí tienes dos posibilidades, o te deshaces de una pieza azul para dar la oportunidad a la pieza verde de entrar o habrán tantas piezas en tu cabeza que te sobresaturarás.
¿Qué pieza estás dispuesta a soltar?
Una de mis creencias limitantes siempre ha sido: «el saber no ocupa lugar» pero sí que lo hace, y mucho. La información y las piezas son poder, pero no toda pieza o información es relevante para crecer y evolucionar. Aunque tengas la hermosa capacidad de amar todo, el camino en sí te enseñará que hay piezas concretas que se tienen que marchar para poder acceder a otros niveles. Creo que cuando entendí realmente esto fue como si muchas nubes grises se fueran lejos y solo quedara un cielo realmente despejado para ver realmente mi mayor deseo. El ruido, las nubes y lo banal acaba siendo distracción. Si reduces su foco de atención, te centrarás realmente en lo importante: perderás para ganar el doble.
…Y así fue como en las puertas del Hades, decidí hacer una ofrenda: di toda mi mochila. Ya no la necesitaba.