La primera vez que escuché ese refrán recuerdo que dije:
—Abuela, si sigo ese refrán no escucharía al 99,99 % de las personas.
Mi abuela sonrió y me preguntó:
—¿Y eso por qué?
—Porque para una frase bonita que pueda haber, el resto o son quejas de problemas o impotencia por cosas que no tienen nada que ver con la vida de uno o riñas continuas porque nada de lo que haces es suficiente.
—Pon tú soluciones entonces.
—Si las personas no escuchan, ni quieren cambiar, no se pueden dar soluciones, se retroalimentan de masoquismo. A veces parece que les de placer.
Mi abuela se reía con algunas respuestas y finalmente me dijo:
—Desde luego que tienes cada cosa…
Hay que ver la sonrisa que produce escuchar a tu yo de niño/a porque ves que podía ver desde su inocencia cosas realmente coherentes. Creo que ahora puedo entender de pleno cosas que de peque intuía vagamente y era que aunque tú aportes soluciones o otras personas vuelquen en ti la expectativa de salvadora de otros, el cambio solo se puede producir en uno/a mismo/a. Cuando te abres a eso, te abres a buscar soluciones.
Mientras, solo habrán, palabras necias.