Hace años que no lo veía. Allí seguía en su butacón negro. Al verme, sonrió y me dijo:
—¡Cuánto tiempo sin verte! Empezaba a pensar que nunca vendrías aquí…
—Quiero hablar contigo y que me ayudes. Haz una revisión porque no sé qué hacer con tanta fe.
—En primer lugar, he de decirte que funcionas de amplificador porque amplificas todo lo que absorbes (a bien y a mal), incluida la fe. Ella tiene muchas cosas: virtudes, talento, capacidades, posibilidades y algo tremendamente valioso: tu tiempo. Además, ahora que me permites hablar, te diré que tienes la fe repartida en demasiadas cuentas y muchas, no valen la pena, solo son ladrones que se nutren de ti.
—Te dejo que las deposites donde consideres óptimo.
—Muy bien, esto es lo que voy a hacer, voy a sacar toda la fe de tus cuentas y las voy a poner en dos: la de reserva y la de inversión. Siempre supe que podías hacer negocios pero creo que, la que no lo sabía, eras tú.
—¿Me darías algún consejo para 2024?
—Pues ahora que ya me permites aconsejarte, sí. Tu talento + tu tiempo = a tu calidad. Por tanto, solo invertirás en lo valioso o en alta vibración, en lo que no valga o sea de baja vibración invertirás lo mínimo porque un talento mal desperdiciado, es caer en la trampa de una estafa. De todas maneras, seguiremos en contacto de una manera más seguida y si veo que vas a invertir tontamente te daré un toque para que frenes en seco y anules la fe de ese momento. Prefiero que amplifiques la abundancia y no la bancarrota.
—Gracias.
—¡Venga! ¡Tienes muchas cosas que hacer! Tenme al corriente de tus movimientos. Céntrate en el foco o apuesta todo al rojo y te irá bien.