—¿Por qué no me dijiste que la escopeta estaba desviada?
—No te enfades. Tenías que aprender por ti misma. Siempre tan impaciente… Primero, tenías que aprender a enfocar, a no perder de vista tu objetivo y a apuntar a la naranjas siempre, independientemente de que hiciera sol, lluvia, o viento.
—Nunca acertaba a la naranja. Era frustrante.
—Te preparé a conciencia. Todo llega cuando tiene que llegar.
—Me costó muchos disparos entender que por más que tirara o me enfocara no acertaba porque había una desviación.
El cazador me sonrió y me dijo:
—¿Y qué has aprendido de esto?
—Que muchas veces, aunque desee algo y me enfoque no lo voy a conseguir sin la desviación correcta.
—Muy bien. No solo está que te enfoques. Eso es super importante, porque muchas cosas te van a intentar distraer… Pero, además, tienes que conocer lo que tienes entre manos y en función de cómo sea, usar sus virtudes y defectos a tu favor. Vuelve a apuntar.
Entonces, apunté a la naranja, hice una desviación de dos centímetros a la izquierda y acerté.
—¡Bravo! Todo cuenta y no lo olvides: «persona que se distrae se le escapan las oportunidades de acertar a las naranjas»