Muchas veces tu vida no cambia por lo que eliges, sino por lo que dejas de elegir. Si en una bandeja ya tienes de serie lo que te hace bien y te encarrila por el buen camino… El problema no está en lo que eliges sino en las posibilidades que te ofrecen de MÁS y que NO descartas. A lo largo de una semana hice un experimento conmigo misma. Apunté y anoté lo siguiente:
Dia 1. Me ofrecen comer tarta. Digo que no.
Dia 2. Me ofrecen ver una película de miedo que no me gustan. Decido que no.
Dia 3. Me ofrecen quedarme en un lugar lleno de quejas y de indecisión, digo que no y me voy.
Dia 4. Me ofrecen beber un cubata. Digo que no.
Dia 5. Me ofrecen ir a un lugar lleno de conversaciones que me aburren a morir y me marean sin tener ningún aliciente. Digo que no.
Dia 6. Me ofrecen sangría. Digo que no.
Dia 7. Me ofrecen comer frito. Digo que no.
Tras siete días de anotación, esto es lo que podría haber en mi cuerpo y no hay: azúcar, miedo, quejas, alcohol y desconcentración, aburrimiento, inestabilidad y fritura. Ya no es tanto lo que elijo, sino lo que decido que no entre por ninguno de mis cinco sentidos. Decide bien qué descartar porque a la larga es un suma y sigue…
Es fácil acostumbrarse a lo que no te hace bien, pero eso no es adaptarse, eso es sobrevivir y la vida no está hecha para ser sobrevivida, sino para vivirla felizmente con conciencia. Si encima tienes el regalo de elegir, elige y descarta lo que no.
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