Cómo podía ser que aquella paloma se le escapara. Toda paloma de Dios estaba destinada a amar, pero esa tenía ingenio para sortear arqueros. Así que Cupido decidió tomarlo como un reto personal. Algo debía desear aquella paloma… Se pasó tiempo observándola hasta que lo descubrió. Esa paloma no iba a amar porque no estaba en el sitio que tocaba. Qué lista era aquella paloma porque incluso rompiendo las ramas de donde estaba, se negaba a volar. La habían enseñado bien.
Cupido trazó un plan. Le iba a ofrecer algo tan bello en la copa del árbol que iba a ser incapaz de decir que no, algo que amara de verdad. ¿Qué era? El amor por su clan y por su desarrollo personal. Eso era lo que la iba a obligar a volar y a dejar su amada invisibilidad. Solo en las alturas de la conciencia, podría dispararle su flecha y aceptar.