Una vez, una amiga me dijo eso y me empecé a reír. Después le pregunté por qué lo decía y me respondió:
—Porque como me descuide un poco o ya no estás o ya te has ido muy lejos. Y en el remoto caso de que te encuentre ya has cortado las verduras, has hecho un guiso y te lo has comido.
He de admitir que se me da muy mal esperar a nadie. La impaciencia también forma parte de mi carácter. En ciertas ocasiones, sin más remedio, freno el paso porque sé que puedo aprovechar el ritmo del otro para crear algo yo misma proporcionando cierta comodidad a la otra persona, pero sino… tiendo a seguir hacia delante porque hace años que acepté que ni todos estamos en la misma sintonía ni en el mismo lugar, ni en el mismo espacio de tiempo.
Me acostumbré tanto a mi propio ritmo que esa amiga ahora (sin pretenderlo) la hice estar más en el presente porque como se encante, se distraiga o se ande por las ramas yo ya he subido todos los peldaños de una escalera o he cambiado de galaxia.
Cada persona tiene sus retos y sus aprendizajes y para mí, uno de ellos, fue, no esperar el paso de otro para accionar. Esté a mi lado quien esté… Allá que voy, porque no hay nada más importante para mí que avanzar a la velocidad de la luz.