Era especial, lo ponía todo patas arriba y rompía mis esquemas. Esa persona, tenía tal personalidad que derrumbaba todo lo que yo había construido con tanto cuidado y miedo. Se permitía ser ella misma y eso no lo tiene cualquiera. Rechazaba la superficialidad y no se conformaba con cualquier cosa. Era un espíritu libre y me mostraba (quizás no de la mejor manera) que podía hacer todo lo que yo quisiera. Su fe era espectacular. Removía todos mis pilares y me obligaba a evolucionar y a confiar o a ser consciente de seguir en una vida que no deseaba realmente.
Tenía tal voltaje y tanta energía que de lo que más me quejaba de su ser, era justo lo que más me gustaba. ¿Qué era? Su amor libre. Era un tornado que llevaba un gran espejo y me hacía ver mi propia sombra para encontrar y conectar de nuevo con mi verdadera alma. Ojo que no tenía un rol fácil, pues había aprendido a sostener el dolor y los mecanismos de defensa ajenos, pero sabía que con el tiempo se lo agradecería. Iba a destruirlo todo para hacer hueco a una nueva construcción…
Gracias conciencia o ángel que me guía porque eras la oportunidad que tanto esperaba para iluminar mi camino en la hermosa soledad y lo hiciste a través de otras personas. Era el momento de decidir escribir, una nueva historia y para eso, hacía falta un gran tornado. Era el cierre de muchos capítulos y ciclos.