Seré tu salvadora y tu villana, tu flecha y tu diana, tu hambre y tu alimento, tu adicción y tu desintoxicación, tu calma y tu tempestad, tu curación y tu destrucción.
Como sanadora, puedo anestesiar tu dolor, para que no percibas la gran herida que guarda. Te dormiré y te relajaré. Sin embargo, solo te diré que con el tiempo si no te haces cargo se hará más grande y será tan letal como el veneno de una serpiente.
Como asesina, te pido perdón porque llegado el momento, no solo dejaré de ser un escudo, sino que además, despertaré tu dolor de tal manera que no te quedará más remedio que responsabilizarte. Hasta que no lo trasciendas no amarás de verdad y para eso, tu ego tendrá que hacerse añicos. Solo así cicatrizarás.
Atentamente, la anestesia y la sal de tu vida.
Siempre tuyas.