¿Tienes llaves? ¿Son heredadas o creadas por ti? De toda la gran herencia social que tenemos, tengo que decir que heredé un tridente con un gran poder bajo la frase: «la esperanza es lo último que se pierde.» Durante varias décadas me sirvió para no rendirme, para conseguir cosas a última hora que casi no podían conseguirse, para buscar soluciones, para guiar a otras personas a no desvanecer… Sin embargo, la cara oscura de esa herramienta era luchar por causas perdidas, nadar a contracorriente con tal sobreesfuerzo que me dejaba k.o., ser manipulada y esclava de adicciones que no me llevaban a ningún sitio, negarme a que lo que más amaba tuviera que irse y forzar cosas que quizás no era su momento que se dieran cuando al final la vida y el amor tienen que fluir sin resistencias al cambio ya que nada nos pertenece. No fue fácil saber qué hacer con ese tridente ya que si lo rechazaba me parecía una traición a la lealtad de esa herencia. Entonces llegué a una negociación: quería tener la esperanza que llegó a mi como un regalo de luz para abrir, pero también a la desesperanza en momentos donde veo que seguir luchando solo trae dolor para cerrar. Nunca rendirme, fue tan liberador. En función de la situación utilizaría una o la otra. Así fue como decidí que fundiría lo que heredé y lo transformaría en una llave.
La desesperanza es la que cierra ciclos, la que permite ser sin pretensión, la que destruye, la que suelta, la que confía en que todo tiene su sitio y su lugar por algo, la que al dejar de tener fe y de creer que las cosas se puedan arreglar permite decir adiós, permite rendirte en la brisa del mar sintiendo su ligereza, permite cambiar de rumbo o de lugar y puede tener la capacidad de cortar ciertas cuerdas que atan y no dejan avanzar. Cuando dejé de creer y de desear, fue cuando más abundancia he recibido, pues ella nunca me abandonó, solo que yo no le daba la oportunidad de manifestarse con tantas puertas abiertas por la esperanza. Con que hubiera una me sobraba.
Supongo que una de las cosas que puedo agradecer el día de hoy es de tener cerca a otros guardianes que me ayudan a cerrar si ven que sola no puedo. Puede que tenga una llave, pero si la puerta se atranca, siempre viene bien que alguien con sus herramientas lije el bajo, haga que vaya a su sitio y por fin, yo pueda echar el cerrojo con la llave que custodio.