Poder sentir lo que el otro siente permite conectar y comprender las emociones ajenas. Sin embargo, es importante aprender a diferenciar qué emociones son tuyas y cuáles de los demás. Igual que aprendes a elegir la ropa que te quieres poner y sabes qué chaqueta te ha prestado una amiga, puedes elegir y saber qué emociones llevas encima y de quienes son.
Para los empáticos es verdaderamente doloroso no filtrar porque eso supone ser controlados por los tornados emocionales de otras personas (ya sea muerte, amor, dolor, enfermedad, inquietudes, rabia, preocupaciones, impotencia, injusticia…) ¡Ojo! No estoy diciendo que no sientan, pero sí que es importante aprender a gestionar ese talento, porque un empático puede acabar pensando que tiene un vida de mierda cuando la emoción que carga no le pertenece y no describe para nada, la vida que posee.
Ser empático puede acompañar, pero hasta cierto punto (sin emborracharse de emociones). Es importante recalcar que cada persona se responsabiliza de lo que siente y debe transitarlo para un óptimo equilibrio. Si no se hace cargo, se le enquistarán o las proyectará como balas sobre otros.
Entiendo y comprendo que duele mucho ver el dolor de alguien que amas y no poder hacer nada para evitarlo pero también hay otra manera de ayudar… y es PERMITIR, RESPETAR y CONFIAR en la decisión y en la capacidad de esa persona para autorregularse con el tiempo y obtener un aprendizaje de ello.
Hoy, ¿Cuántas emociones llevas encima que no son tuyas? Devuelve esa chaqueta a su dueño.