Qué difícil es para muchas personas invertir en salud mental… y no me extraña. No solo es por tema de pasta (porque si uno/a está dispuesto/a a invertir en bonos de gimnasios físicos también lo puede hacer en psicólogos como quien va a darse un masaje). Lo difícil, es dar con un psicólogo que vaya acorde a nuestras necesidades. No todos valen. ¡Uf! Me ha costado décadas dar con el psicólogo que necesitaba ya que los psicólogos estructurados, con pautas muy definidas y racionales a mí, por ejemplo, me calman pero no me permiten trabajar el dolor real. En cambio, los psicólogos con umbrales más amplios sin definir y con ejercicios de enfoque energético y emocional me dan las herramientas necesarias para gestionar todos los estímulos que recibo en el día a día. Son la sal de heridas que he podido cerrar afortunadamente.
Encontrar un buen psicólogo es como dar con un buen entrenador o maestro, requiere tiempo conocer si la otra persona se encuentra en nuestra misma sintonía para ofrecernos los ejercicios oportunos e implica un compromiso al cambio (bravo porque requiere de mucho valor hacerse cargo de todo lo que conlleva). Además, quisiera recordar que es vital cultivar tanto el cuidado de la salud física como de la mental porque van sintonizadas. Son dos pilares que se retroalimentan. Elijamos bien el gimnasio al que queremos ir porque en esta era de la abundancia, hay tantas opciones que es fácil perdernos y si no definimos con exactitud qué queremos, acabamos eligiendo mal o no eligiendo nada.
Elijamos siempre cuidar nuestra salud.
Salud es vida.