Con las nuevas tecnologías, a todo se le llama amigo/a. Con la cosa de «somos amigos/as» ciertas exparejas lo usan de excusa para mantenerse en tu existencia. Les importa un carajo tu amistad, simplemente no pueden aceptar que continúes tu vida sin ellos/as. Es solo cuestión de ego y una manera de seguir alimentándose de algo que les gustaba mucho de ti, tu atención. Entiendo perfectamente que haya este reto en el siglo XXI. En los noventa, cortabas con alguien y como mucho no le abrías la puerta de casa o no respondías a sus llamadas. Ahora, con tantas redes sociales tienes, que pasar de sus vistos, de que te mire las historias o te las deje de ver, que te tenga de «amigo» en Facebook, Instagram, telegram, line, Skype, linkedin, amistades en común, que se crea que tiene unos derechos y privilegios que no tiene… En la actualidad, para cerrar una sola relación, no cierras un par de puertas, tienes que cerrar cuatrocientas. Cómo vas a decir adiós si te marean cada dos por tres como satélites por cualquiera de los tantos portales. Ni una mosca es tan pesada…
Ojo que no los meto a todos en el mismo saco. Habrán ex que sean amigos tuyos de verdad, pero pregúntate antes si quiere ser tu amigo porque «necesita atención, tiene miedo a perder el control y le hace falta reafirmar una y otra vez que todavía tiene cierto poder sobre ti» (para enviarlo al psicólogo por cosificar a las personas) o por «verdadera amistad». Es interesante reflexionar sobre el concepto «amistad» porque para mí implica que mis amigos/as no están en mi vida para maquillar mis carencias sino para sintonizar y evolucionar a la vez. Los ex no son canarios a los que dar alpiste cuando lo necesitan. No entiendo esa necesidad u obligación que hay de mantenerlos por el valor de la amistad. En ciertas excepciones lo llego a entender pero si no hay nada que una… ¡Vuela pajarito!
Ahora es cuando surge la siguiente conversación:
—¿Pero no tienes interés en saber cómo están?
— ¿Para qué? Dado que las posibilidades solo se reducen a dos, no tiene gran misterio. Si sus corazones siguen latiendo es que siguen vivos y si no lo hacen, es que se han muerto. Hay otros asuntos que despiertan más mi interés que ese enigma tan sencillo, la verdad.
—¡Qué bruta…!
«Gracias por su llamada, pero en estos momentos no podemos atenderle. Inténtelo nunca o deje su mensaje al oír la señal del verdadero número de Atención al Cliente (pero no el de su ex). Piiiiiii…. »