Se nota muchísimo las personas que o no saben lo que quieren o no tienen claro hacia donde van, porque o marean o ralentizan. No tengo nada en contra, porque considero que somos un cúmulo de interconexiones que se encuentran diariamente para aprender algo. Sin embargo, a mi me pasa una cosa muy concreta ante la indecisión y es que no puedo evitar remarcar mis límites o echarla a un lado (supongo que cada uno/a tiene su aprendizaje). Si veo un baile de inseguridades alrededor, lo siento pero no puedo permitirme el lujo de meterme en ese berenjenal, las echo fuera porque no me llevan a ninguna parte y no es por falta de amor, es por cordura, coherencia y estabilidad mental ante la falta de conexión neuronal.
No se trata de ser inflexible o poco empático, es tener claro que si ves que las moscas de los asuntos sin resolver de otros van a llevarte a la ruina, por cosas que no puedes controlar, lo más rentable es mantener firme el volante, no abrir la ventanilla y que sus bichos se vayan a otra parte o a otra persona que tenga ganas de inestabilidad.
Entiendo la indecisión, es como cuando vas en coche y ves a alguien delante, que va a un ritmo lento en una zona en la que normalmente vas más rápido y dices, o está buscando aparcamiento o es un forastero que NO se conoce la zona. Sea el motivo que sea, te ralentiza. Así que tienes dos opciones: o lo adelantas o vas haciendo turismo a su ritmo detrás.
La posibilidad de elegir qué hacer con los ritmos y asuntos ajenos, siempre está.
Ante la indecisión: seguridad y manos en el volante independientemente del amor, porque como te hagan dudar de tus capacidades, dejarás de sostener la dirección y eso, no es negociable.