No tengo hijos, lo voy a dejar bien claro pero mi visión en esta entrada va del lado contrario. Un hijo o hija remueve los pilares de los padres a unos niveles altísimos, porque los pondrán a prueba de forma inconsciente. Con el hijo que es igual que tú, tendrás mucha afinidad porque vuestros gustos serán los mismos, vuestras bromas… Sin embargo, habrá una lección muy concreta y es la de enfrentarte a ti mismo pues ese hijo sin darse cuenta, hará cosas que quizás sean las que no te gustaban de ti mismo en tu juventud. Viéndolo de lejos, te va a obligar a sanar esas cosas que tanto te disgustaban de ti mismo/a y a sentir orgullo de esas que sí que te encantaban. Este hijo también va a poder hacerte ver que para lo que para ti es un defecto, él puede convertirlo en una gran virtud y darle la vuelta a ciertas historias.
Con el hijo o hija que es diferente, va a pasar algo muy distinto. Quizás sea con el que más choques porque no tenéis afinidad ninguna, será como si tu le hablaras en chino y el o ella te respondiera en italiano. Puede ser muy frustrante no saber cómo interactuar con tu peque y esto sacará a relucir todas tus inseguridades y tus frustraciones. Este hijo poseerá todo aquello que tú tanto deseabas o todo eso que crees que tu no tienes. Sin embargo, te obligará a sanar también, porque te obligará a aceptar a las personas tal y como son (por muy diferentes que sean) y no bajo tus expectativas de lo que desearías que fueran. A veces se llevan mejor dos personas que aceptan que no se entienden que dos personas que choquen por tener la razón por no comprenderse. Cabe la posibilidad de que este hijo o hija quizás hasta te enseñe cosas de ti que estaban y desconocías su existencia porque cuando tus creencias te impiden ver tus dones, no los manifiestas sin la llave adecuada. Además, te puede ayudar a ver la importancia de la diversidad, porque cuando solo te centras en lo que no tienes o no entiendes, no ves lo que sí que tienes y cómo sacarle partido y eso, solo se da, cuando se ve desde otro ángulo.
Por otro lado, los hijos/as también aprendemos mucho, ya que con el padre o madre que tenemos afinidad, aprendemos a sentirnos comprendidos y con el diferente aprendemos a manejar el rechazo pues aunque nada tenga que ver con nosotros, son aprendizajes que surgen como parte vital de nuestra dualidad: la similitud y la diferencia. Si se integran las dos aprenderás a amar tanto lo que se parece como lo que no lo es.
«No es ver para creer. Es creer para poder ver. Puede dolerte la luz porque te han enseñado que es mala y tu usarla para crear estrellas. Puede dolerte la oscuridad porque te han enseñado que es mala y tu usarla como noche para que la luna puede resplandecer. El problema no está en la luz o en la oscuridad sino en las creencias que heredas sobre ello. Olvida todo lo aprendido para poder ver que una moneda no solo tiene una cara. Para ser completa, deberá integrar la cara y la cruz.»
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