La contaminación acústica, generada principalmente por espacios sonoros, trabajos con altos decibelios, el tráfico, la construcción y las actividades industriales, es un problema creciente en entornos urbanos. Su impacto en la salud es significativo; se ha asociado con trastornos del sueño, problemas de concentración e incluso serios problemas cardiovasculares. Por ello, es crucial implementar estrategias eficaces para su gestión porque va en aumento.
Para abordar este desafío es diseñar espacios en tu hogar que minimicen el ruido, como crear barreras acústicas y favorecer la vegetación, que actúa como un amortiguador natural. Además, el uso de materiales aislantes en la construcción puede reducir considerablemente la transmisión del sonido.
Más adelante, el fomento del transporte público y el uso de vehículos eléctricos también contribuirá en los niveles de ruido. A nivel individual, el uso de tapones para los oídos y la práctica de mindfulness pueden ayudar a mitigar sus efectos. Además de la conexión con la naturaleza, que es un regulador natural que posee una vibración que favorece la regulación interna de todo lo que absorbemos en el día a día. La gestión de la contaminación acústica es una responsabilidad compartida que es importante estabilizar para poder sostener uno de los pilares de básicos de los humanos: el descanso.
¿Eras consciente de cómo el ruido de este siglo te activa o te desactiva?