El uso excesivo de las pantallas, especialmente antes de dormir, impacta negativamente en la calidad del descanso. La luz de las pantallas inhibe la producción de melatonina, la hormona que regula el sueño, haciendo que las personas se sientan más alertas y dificultando la conciliación del sueño. Además, la constante exposición a notificaciones y redes sociales genera distracción, lo que puede afectar nuestra capacidad de relajación provocando fatiga ocular, ansiedad y trastorno del sueño y por ende, mal humor.
Para revertir estos efectos, es fundamental establecer límites en el uso de dispositivos electrónicos. Crear un entorno de descanso oscuro y tranquilo contribuye a una mejor calidad del sueño. Considerar la instalación de filtros de luz azul en las pantallas y establecer «horas sin tecnología» son prácticas recomendadas. Al final, cuidar nuestras experiencias visuales y tecnológicas es vital para preservar nuestra salud y bienestar, permitiéndonos disfrutar de un sueño reparador.
En mi caso, hace ya un tiempo que le puse límites al teléfono, consideré que debía priorizar mi salud y ponerle ciertos horarios hizo que tuviera una buena relación tanto con la tecnología como con mi descanso.