Seguimos con la cavernícola creencia de que solo debemos cuidarnos cuando estamos enfermos y no, hay que cuidarse siempre para no estarlo. Nuestros cuerpos son como casas; si no cuidamos sus fundamentos, todo lo construido puede desmoronarse. Dos pilares básicos que sostienen nuestra salud son la alimentación adecuada y un buen descanso. Cuando descuidamos lo que comemos, nuestra energía disminuye, nuestro estado de ánimo se altera y nuestra capacidad de concentración se reduce drásticamente. De igual forma, no dormir lo suficiente afecta nuestra salud mental y física; la fatiga puede conducir a problemas graves como ansiedad y estrés. Es crucial establecer rutinas que prioricen estas necesidades. Cocinar con ingredientes frescos y nutritivos y desarrollar un ritual nocturno que favorezca un sueño reparador son pasos sencillos pero poderosos.
Al cuidar de estos pilares, aseguramos que nuestra casa, alma y mente permanezcan firmes frente a las tormentas que la vida nos presente.