El tiempo es oro… Se me hizo bola el día que el teléfono me mostró que perdía 60 horas al mes en redes sociales o en plataformas de cine. Cuántas horas… Al cabo del año era 1 mes completo enganchada al teléfono. Demasiadas horas para mi cuerpo, podía utilizar ese mes en algo mejor. Tuve que mirar desde fuera y observar cómo entre muchas cosas, me restaba horas de sueño.
El no dormir es uno de los pilares más deteriorados de este siglo. Tuve que ver que si dormía solo 6 horas, al cabo de las semanas era normal que mi cuerpo me reclamara más descanso. Por tanto, decidí restar visualizar redes sociales para descansar. Esas horas las redistribuí en la necesidad básica de mi cuerpo.
En cuestión de semanas, mi cuerpo se encontró más regulado y vi cómo influía en mi humor. No es un gran cambio, pero es importante tomar conciencia de cómo una pequeña decisión o límite, a la larga repercute en el estado emocional y en las necesidades que tiene el cuerpo.
Es importante la tecnología en este siglo, pero hasta incluso a ella, hay que marcar un límite, no pasarse las horas viendo reels.