Son momentos muy incómodos. Es como si tu cuerpo se hubiera actualizado como un teléfono y siguieras operando en un espacio donde ya no sintonizas. Hay un choque de vibración, o la vieja vibración te echa para atrás o tu la rechazas. No es nada personal, ni hay nada de malo, solo que ya dejas de conectar. Así pasa con todo, con personas, con lugares, con situaciones… Muchas aplicaciones o sistemas dejan de funcionar con tu nueva versión.
Actualizarse es super incómodo porque la mitad de las cosas que te llevaban a bailar, ya no te mueven y empieza un proceso de limpieza donde como en un hogar, empiezas a tirar cosas viejas que ya no sirven para la siguiente etapa. Esta incomodidad te lleva o a salir de la zona de confort o a reciclar el espacio que tienes, pero la transformación es innegable, se va a dar sí o sí porque tu cuerpo, rechaza la vibración anterior y aunque lo fuerces, llegará un punto que te obligará a aceptar la nueva actualización para un nuevo reto.
Quizás, lo mejor, es dejar de resistirse tanto y trabajar el desapego, porque nos enraizamos tanto a todo que a veces, un cambio de vibración que a la larga es bueno para ti, puede ser tremendamente doloroso por tanta resistencia.