¿Por qué queriendo el mejor canal para los hijos no queremos el mejor canal para nosotros mismos? ¿Qué lo impide? Todos/as en algún momento, hemos tenido en la mano, el mando de la tele. Ponemos el foco de atención en la pantalla, la encendemos y elegimos un canal. En función de lo que queramos, luego nos sentiremos más positivos o más negativos. ¿Y si el ser humano funcionara igual? ¿Y si el ser humano tuviera la posibilidad de hackear su tele interna y sintonizar solo un canal: el de la prosperidad? ¡Cuántas cosas cambian cuando se hace eso!
Es curioso que conocemos más el funcionamiento de la tele del salón que la de nosotros mismos. ¿Y si fuéramos conscientes de que podemos transformar nuestras emociones o elegirlas? No nos maltrataríamos tanto ni nos auto sabotearíamos… Después vienen las quejas por no sentirnos bien y a veces me pregunto qué parte es la que no se ve, si la de elegir mal el canal y mal nutrirse continuamente o la de haber adicción a un morbo que a la larga repercute en nuestro estado de ánimo. Pero… No hay tiempo, estamos distraídos, sintonizados y enganchados a un canal que nos dice cómo pensar: el medio negativo de la tecnología. La nueva correa del siglo XXI si no se le pone límites.
Pero, oye, siempre hay elección. Recuperar el mando, el equilibrio, cambiar de canal y cortar la correa mediática.