Cada año trae un acertijo y este 2023 no iba a ser menos. Qué fácil era antes traicionarme a mí misma. El desequilibrio lo veía en el momento que no estaba en mi lugar, en las ocasiones que hacía cosas que no quería hacer, en las veces que por no lanzarle al otro un jarro de agua fría, me lo lanzaba a mi misma, en el instante que me tentaban los viejos hábitos y cedía u observaba cómo mis propias resistencias afloraban para evitar que cambiara y sucumbiera. Cómo duele la palabra «traición», porque te hace sentir realmente mal contigo misma y te autocastiga sin compasión. Pero (como siempre), veo su lado positivo. No hay mayor gozo que ver que todo eso era parte de un desafío… Era la letra pequeña de un contrato y consistía en ver si me la había leído de verdad. ¿Hasta qué punto eres fiel a ti?
Quizás, la vida quizás lo plantea así: «Te despertaré viejos hábitos para que REAFIRMES lo que tu alma realmente quiere (aunque eso suponga romper tus creencias), te pondré ‘pepitos grillos’ para que aprendas a ESCUCHARLES y a marcarles LÍMITES, te llenaré de tentaciones para que con VOLUNTAD me rechistes y prefieras tu FIDELIDAD y COMPROMISO a tu traición, te desequilibraré continuamente para obligarte a CONCILIAR los opuestos y para que observes que lo difícil no es perderse o desequilibrarte sino ESTAR SIEMPRE DISPONIBLE a encontrarte y a volver a tu lugar»
Ese era el precio de la eterna relación conmigo misma. Hace tiempo firmé ese contrato y no podía volver atrás. Cada cláusula era esencial que me la leyera sino iba a pagarlo caro.
Cuántas cosas por aprender…
Es un gran trabajo y una oportunidad la de decidir conocerse y reelaborar cada parte de tu ser viendo incluso, como varias personas pueden llegar al mismo puerto, por clausulas y caminos distintos.