—¿Quieres un café?—le dije a mi amiga. Llegaba tarde (como siempre) pero sé que necesitaba hablar.
—Sí.
Mientras el café se hacía, ella se calentaba las manos en mi chimenea. Entonces le pregunté:
—¿Qué te pasa?
—Ha vuelto. Hacía tiempo que no sabía nada de él y hace unos días que mira mis historias y me escribió que cómo estaba.
—Pasa de él. —le dije mientras me sentía indignada (qué morro tienen algunas personas de hacerte primero ghosting, luego orbiting y encima no hacerse responsable de ello).
—Pero… ¿Y si ahora se ha dado cuenta de que sí que quiere estar conmigo?
—Sabes que voy a ser sincera porque te quiero y no me gusta verte así. Ese chico no te quiere, solo quiere tener control sobre ti. ¿De qué forma consigue eso? Dándote migajas de amor y que yo sepa no eres una paloma, tu mereces comerte el pan entero.
—¡Qué bruta!—me dice mientras se ríe.
—Es un patrón de comportamiento bastante frecuente en la sociedad actual. Es un ‘me gustas pero no tanto como para comprometerme contigo pero tampoco quiero perderte para tenerte en el banquillo por si no encuentro nada mejor’. Es curioso que haya relaciones tan frágiles que no se solidifican, pero a la vez presentan dificultades para desvincular. Las relaciones ‘ni contigo ni sin ti’ tienen una lección muy concreta.
—¿Cuál?
—Soltar. No es fácil aceptar que inviertes tiempo y emoción durante tantos meses en algo que crees que vale pena y luego se queda en nada. Ante una mala inversión lo mejor es parar y dejar de echar monedas a una máquina tragaperras. En el momento que tengas claro que quieres una relación en condiciones y que tu tiempo es oro y no estás dispuesta a dárselo a cualquiera, dejarás de alimentar algo que no te lleva a ningún puerto. Es más, le marcarás los límites a ese personaje, pero no a juegos tontos de no te hago caso para que pienses en mí, porque eso solo es puro ego, sino límites de verdad. No me puedes dar el amor que quiero, muy bien, no pasa nada pero vete y no me marees porque ya no estoy para perder mi tiempo. Juega con tu esperanza y en estos casos no es rentable porque no puede darte lo que no tiene. ¿Cuántas veces tiene que demostrarte con sus actos que ahí no es? Esto es como si quisieras cruzar un puente sabiendo que el amor está al otro lado y él estuviera en medio dándote ese amor a cuentagotas. No necesitas a nadie que te lo administre y aquí tienes dos opciones: o aceptas lo poco que te pueda dar o tomas el control, lo apartas del puente para siempre y cruzas al otro lado.
¡Qué complicadas son las relaciones de hoy en día! No son de color de rosa pero para los pocos años de vida que tenemos, no vale la pena entrar en esas desdichas. Los límites los estableces de la manera que consideres, no por inmadurez, sino por paz mental. Hace un tiempo una amiga me contó que le cerró la puerta en las narices a su ex (siempre será mi ídola). Si algo no funciona déjalo ir.
La vida puede tener algo realmente especial preparado, pero antes es necesario aprender a decir adiós.
¡Suelta a Pulgarcito!
P.D. Por esas amigas que te dicen la verdad por más que te pueda doler 🙂