Había una vez un genio que nació en una lámpara. Normalmente los genios están atados a un amo a quién concederle tres deseos. En este caso el genio, era libre. El problema de esto era que cualquier persona podía pedirle deseos. La dinámica era fácil. La persona le pedía un deseo y se realizaba un intercambio. La persona le daba su hambre y el genio sacaba de su despensa un alimento. El joven genio llegó un punto que se abrumó porque su despensa empezaba a tener demasiadas carencias. Entonces llamó a la fuente que le administraba y le digo:
—Fuente, te pido un deseo. Quítame mis poderes.
—¿Anulas un talento como el tuyo? Se te ha otorgado desde la divinidad.
—Sí. Las personas sufren mucho porque tienen hambre constante y siempre buscan el alimento en el exterior para cambiar sus vidas. Me duele verlos así, pero como siga alimentándolos me asfixiarán porque solo les sirve de forma temporal, nunca es suficiente. Agradezco la vida, pero os devuelvo mis poderes.
—No puedo concederte ese deseo, aun eres joven. Te propongo un trato. Anestesiaré tus dones hasta que vea que estás preparado para aprender de ellos y mientras serás un humano más. Llegado el momento, te los activaré al cien por cien.
—¿Cómo harás eso?
—Siempre te acompañaré y encontraré la manera de hacerte recordar pero el precio de esto será que anule tu memoria. Eso es lo más semejante que puedo ofrecerte como deseo.
—Trato hecho. Anula mis recuerdos pero anestesia mi poder ya.
Así fue como a pesar de que podía empatizar, la mitad de su despensa seguía intacta porque no recordaba que la tenía. Sin recuerdos no pueden robarte ni pedirte nada. Años después la fuente encontró la forma de hacer que el genio volviera a recordar y a conectar con su poder y le preguntó:
—Genio, ¿Qué has aprendido de los humanos?
—Que se la pasan proyectando en el otro que tienen hambre y necesidades insatisfechas cuando cada uno tiene la responsabilidad de hacerse cargo de sus propias despensas energéticas y de su felicidad. Cuando era pequeño no entendía lo que era responsabilizarse y por eso pensaba que tenía que concederle deseos a todo el mundo. Además los límites son necesarios para no ver saboteada la despensa propia. Los humanos cuando no te entienden te sabotean pero es super importante comprender su bajo o alto nivel de conciencia y tener compasión, pues están programados y no lo pueden ver.
—Muy bien, ahora vamos a centrarnos en ti y veremos qué puede hacer un genio sin amo con la capacidad de crear deseos.
—Pero si yo no necesito ni deseo nada.
—Es justo lo que quería escuchar. Solo cuando no necesitas nada es cuando tienes la apertura perfecta para recibir toda la abundancia de la creación.
La importancia de hacerse cargo de uno mismo y el gran poder de la manifestación.
Sé el genio de tu propia felicidad.