A veces, tomas el mando de la situación, no porque quieras, sino porque las circunstancias o las sincronicidades te llevan a ello. Si no sabes llevar unos pantalones, ya los llevo yo. Hoy te contaré la historia de una azafata que tuvo que hacer aquello que no quería. Quizás era su destino, quizás tenía una gran lección que interiorizar, quizás su lugar era otro, aunque se resistiera. Vamos allá…
Llevaban ya varios viajes llenos de turbulencias. La azafata cuidaba lo mejor que podía de sus pasajeros pero leía en sus ojos, el miedo a la muerte y la preocupación, con tanto vaivén. Entonces, fue a hablar con el piloto y le dijo:
—¿Por qué vuelas tan bajo? ¿Te gusta el riesgo o qué? ¡Vas a matar a todos por no saber pilotar!
El piloto sonrió y entonces, ella lo entendió. A él no le importaba en absoluto quien fuera en aquel vuelo, solo quería demostrar su poder alimentándose de su miedo. El copiloto la miraba con pena haciéndole saber que estaba en lo cierto. Ella le hizo una señal al copiloto para que saliera afuera a hablar a solas y le dijo:
—Copiloto, sé que has servido fielmente a tu amo por años, pero esto no lo puedo consentir. Le vas a decir a tu piloto, que lo voy a lanzar del avión con un paracaídas. Su arrogancia le impedirá ver que le estoy diciendo la verdad y considero que avisarlo y darle un salvavidas ya es bastante acto de compasión por mi parte. A mí, al contrario, sí que me importa cada persona de este viaje. Te permito cambiar de compañero si así lo deseas.
Una vez lanzado, ella tomó el mando del avión y le dijo al copiloto:
—Te agradezco lo que has hecho por mí, serás mi nuevo ayudante, la intuición. Ayúdame a subir este avión a las alturas.
Así fue como se puso los pantalones y tuvieron un vuelo y un aterrizaje tranquilo. Al bajar les dijo a sus pasajeros:
—Espero que tengáis una buena vida. Ya no soy azafata, soy vuestro nuevo piloto y espero estar a la altura de cada uno de vuestros tránsitos, intentaré daros la mayor estabilidad posible. Lo prometo.
Más tarde el copiloto le dijo:
—No sé si te has dado cuenta de que a ti no te mueve el miedo a la soledad ni el poder, a ti lo que te mueve, te gobierna, te hace evolucionar y sacar tu gran determinación, es el amor al prójimo. Espero que nunca lo olvides porque todos aquellos que amas van a sostenerse gracias a lo que tu les puedes ofrecer si sigues ocupando el lugar que te corresponde porque conoces muchas rutas de navegación. Cada pasajero te va a enseñar a sacar habilidades que ni tu misma eres consciente de que están, permíteles ayudarte a descubrirlas. Tu lugar, no es ser azafata, es ser piloto. Recuerda siempre, quien eres y sino, yo como intuición, ya te lo recordaré.