Me mantengo en la tecnología porque sé que es el comportamiento relacional que se ha establecido en el sistema actual pero perdonadme que no vea vuestros 80 mensajes de los 80 grupos que una pueda tener, más los 120 audios de 5 minutos o más…. O aprendéis a hacer resúmenes o yo no respondo. No he visto cosa igual. En mi adolescencia si alguien quería algo importante de ti, o llamaba al timbre de casa o al teléfono. Ahora solo veo que te añaden a diario a grupos de WhatsApp. Uno y otro…y otro… y otro… Al final odias los grupos no porque los odies de verdad sino porque te sobresaturan con su necesidad de atención. Ojo que para algo de vida o muerte pues sí, es útil para sobrevivir como especie pero si no es así, acabas saliendo de muchos grupos que o no se usan, o son innecesarios o sirven para perturbar tu paz mental en un día libre. Alguna vez que otra se me ha pasado por la cabeza poner un rollo de tickets como en el supermercado en la puerta de mi casa para pedir número y esperar a ser atendido/a cuando las circunstancias sean favorables o incluso, tener una secretaria que se encargue de tal nivel de información… pero no me saldría a cuenta.
Me parece una gran esclavitud estar pegada al teléfono cuando tengo tantas cosas que hacer sin el. No sé si es que hay un gran necesidad de conexión no resuelta, dificultad para sobrellevar el aburrimiento o baja tolerancia a la desconexión social. El caso es que nunca pensé que el ser humano necesitara una correa porque está claro que si no aprende a marcar límites, la tecnología acaba siento su amo…