El otro día, en uno de mis paseos playeros, me fijé en una zona donde el agua estaba estancada. ¡Qué imagen de suciedad! Enseguida visualicé todo el líquido que le doy a mi cuerpo y me pregunté: «¿Lo depuro o le doy contaminación?» (porque en el fondo, somos agua).
Creo que me hice el siguiente ejercicio: si veo mi cuerpo como un vaso, ¿Qué color tendría el agua que hay dentro? ¿Transparente por beber agua? ¿Marrón por beber coca cola? ¿roja por beber sangría? ¿rosa por beber vino tinto y leche en distintos tiempos? ¿Llena de putrefacción de líquidos que no le sientan bien? ¿De plásticos?
No hace mucho vi a personas en una playa limpiar las algas que ensuciaban el agua. No es tan descabellado pensar que nosotros somos los responsables de limpiar todas aquellas cosas que ensucien y perturben el agua de nuestro cuerpo.
Cada día cuenta, porque si no tomas esa responsabilidad, se acumula y luego ya el daño es irreparable cuando se emboza de mierda.