Desanduvo todo lo andado para encontrarse cara a cara con la fuente de su destino: una letal guerra. Dos grandes titanes luchaban entre sí con la energía del agua y del fuego más poderosa que te puedas imaginar. Por fin, lo entendió, podía ver más allá y habían creado nieblas de vapor. Una vez consiguió llamar su atención, les dijo a ambos:
—¡Bravo guardianes! Habéis hecho un gran trabajo, pero vuestra lucha solo es una distracción. Mostradme lo que custodiáis con tanta pasión porque sé que yo misma os creé para ocultar algo preciado. ¿El qué? No lo recuerdo, pero sé que os pedí que ni yo misma lo pudiera encontrar.
El ingenio, las artimañas y las resistencias de estos no tardaron en salir. El miedo empezó a aflorar y eso solo podía significar una cosa, ella estaba en lo cierto. A pesar del caos que podía percibir les repitió:
—Guardianes, dadme lo que me pertenece. Ya no me podéis distraer aunque venga desarmada ante vosotros. No hay nada más peligroso que una persona concentrada.
Los titanes al ver que sus poderes no la destruían porque si le lanzaban fuego se convertía en una llama y si le lanzaban agua, se convertía en una gota, se rindieron y le dieron sus tesoros más preciados. De uno recibió un arco y del otro, una flecha. Tras ella hacerles una reverencia, los guardianes disiparon las nieblas que habían creado con su guerra y la vio. Al fondo había una gran diana dentro de su añorado corazón. Su brillo de oro era tan potente que podía cegar a cualquier mortal. Ya no habían excusas, ni distracciones, ni presiones sociales, ni herencias que no le llevaban a ninguna parte… Ahí estaban solas, la diana y ella. No había nadie más. Es realmente embriagador ver el camino que recorre la flecha, con la confianza y la belleza de aceptar el movimiento de su verdadero poder sabiendo que generará admiración o miedo, pues no es nada sencillo despertar y gobernar con mano de hierro un mundo tan dormido, dominado y anestesiado por el caos.
Al final de este viaje comprendió cuál era su objetivo. Nadie robó su corazón porque ella misma lo escondió a conciencia, porque sabía que solo ella iba ser Cupido y guardiana de su propio corazón y para encontrarlo necesitaba resolver un problema actual. ¿Qué pieza clave es la que hace que una persona no conecte consigo misma? La distracción.
Tu propio caos será la llave y la respuesta de la pregunta que llevas años haciéndote.