¿Quién dijo que empezar algo nuevo fuera sencillo?
Percibes miles de emociones. Por un lado, tienes esa energía motivadora que te anima a seguir hacia delante, la ilusión de un niño pequeño, las mariposas del enamoramiento, el enrojecimiento de tus mejillas al ver algo que realmente te gusta. Por otro, el miedo, la incertidumbre, el síndrome del impostor, los ‘es muy difícil, no lo conseguirás’ de los demás, te encuentras con cosas que no estaban dentro de tu control y aprendes a gestionar sobre la marcha por encima de todo. Salir de la zona de confort te lleva a regular tanto lo positivo como lo negativo de ti, porque ambas caras unidas, pueden llegar a crear algo extraordinario. No se trata de no sentirlo, sino de validarlo y de sacarle a todo, su máximo potencial.
A veces solo es como el despegue de un vuelo, solo necesitas cerrar las puertas de embarque para empezar:
—Tripulación, ¿preparados para el despegue?
—Capitana, ¿estás loca? ¿Sabes el riesgo que vamos a correr?
—Lo sé y por eso os necesito al 100%. Os quiero a todas las emociones unidas para hacer despegar a este viejo y destartalado avión. Tristeza, tu capitanearás los estímulos que recibas del exterior para reflexionar y darle la vuelta. Inseguridad, tu me informarás de los daños que haya en este viaje para repararlos. Miedo, tu protegerás a todo el equipo, serás su gasolina y su motor. Confianza, tu compartirás y darás gracias cada día por el apoyo que tienes de las personas que te aman de verdad (la tripulación necesita esos recordatorios de vez en cuando). Asco, tu marcarás los límites de lo que funciona y de lo que no. Ira, tu quitarás de en medio cualquier obstáculo y nos impulsarás. Amor y felicidad, seréis el calor de los demás cuando nos acerquemos a las montañas heladas. Esperanza, tu serás mi copiloto cuando necesite descansar. Si tenemos que esperar a las condiciones necesarias nunca lo haremos. Nos vamos a enfrentar a tornados de fuego, a turbulencias huracanadas, a días realmente soleados, a cansancio, a felicidad extrema, a usar la intuición más de una vez cuando la niebla nos frene y no veamos el norte. Sin embargo, tenemos un destino que cumplir. Cada uno a su puesto. ¿Preparados?
—Sí.
—No os escucho.
—¡¡Sí capitana!! ¡¡Vamos allá!!