Lo bueno de que siempre te riñan es que dejas de esperar un aplauso, ni de que otros crean en ti, porque sabes que hagas lo que hagas jamás serás suficiente para aquellos incapaces de valorar. Te obliga a confiar solo en ti misma, aunque medio mundo no vea las oportunidades y lo más importante, confías en tu voluntad sabiendo que siempre habrán pruebas que tratarán de sacarte del camino.
Las perspectivas cambian con el enfoque correcto. Con el tiempo entendí que si haga lo que haga va a ser igual a negativo, pues entonces vivo mi vida sin esperar a nadie.
Y ahí es cuando dejé de forzar las cosas y de luchar. Dejé de querer arreglar platos que ya no tienen solución (y mira que soy mujer de cartas y de comodines) y empecé a vivir al margen. Dejé de tener curiosidad, ni ganas de entender, ni a esperar que otros vieran los diferentes conceptos de una buena vida, ni de ser exitosa cara a la mirada ajena. Muchas cosas cambiaron cuando le vi ventajas a que siempre me riñeran y es a vivir en paz y a saber estar en cada lugar aunque no sintonice, porque a pesar de todo, el respeto es algo que une a pesar de la incomprensión.