Me dijo una amiga. A lo que le respondí:
—El caos siempre está y siempre va a estar. ¿No ves que cambia de lugar? Cada día de los 365 que tiene el año se manifiesta a través de espacios, de personas y de eventos. Solo usa otro disfraz. Le cierras un portal y aparece por otro. Pero aquí la lección no es ignorar y no verlo, sino verlo y no elegirlo, pues siempre va a intentar llevarte a su infierno. Si las personas cada día fueran conscientes de lo importante que son las decisiones que toman cada día, por muy simples que sean por cómo influyen en su cuerpo físico y mental futuro, decidirían de otra manera. Tiempo más tarde enferman como resultado, sin saber por qué y es porque decidieron dejarlo pasar, contaminando su alma y destruyendo el paraíso de su mundo interno, haciendo que el cuerpo busque la forma de expulsar un dolor que no le pertenecía. Con el caos solo tienes dos opciones, o no lo eliges, o lo usas a tu favor. Porque como decidas nutrirte sin control, te contamina y se lleva tu luz o tu sol. Una de las cosas que aprendí de personas que amaba mucho y que me ayudaron en puntos clave fue que me ayudaban a través de su serenidad y que profesionales que eran bastante inestables no me favorecían nada. En tiempos de tormenta, la serenidad terrenal de un árbol trae esperanza y anclaje a aquel o aquella que no quiere volar entre tanto tornado.