Hay dos tipos de personas, las que necesitan experimentar para saber lo que quieren y las que no necesitan experimentar porque ya tienen claro lo que quieren y lo que no. Yo soy del segundo grupo. ¡Qué hartazo! No hay nada más frustrante que con la excusa de «sé flexible» o «prueba que luego te gustará» tener la OBLIGACIÓN de experimentar cosas que ya sabes que no te gustan. El “problema” de tener claro lo que te gusta es que el 99% restante te sobra.
He llegado a la conclusión que muchas de mis pruebas son una reafirmación de la reafirmación de la siguiente reafirmación de que ya sabía que algo no me gustaba. Es como saber que en la mesa hay tres limones y te plantan la presión innecesaria de hacer pruebas estúpidas para verificar que son tres limones. ¡Qué pérdida de tiempo…! Algo similar me pasa con el sushi. Es algo que o te encanta o lo detestas. He llegado al punto de decir que si me hacen probarlo una vez más lo pienso escupir pille a quien pille, no por maldad, sino porque agota mucho tener que probarlo bajo la frase de «seguro que no has probado uno bueno en un buen lugar». Lo que es seguro es que lo que no he probado es ver cómo otro acepta de buena gana que una persona tenga claro lo que NO le gusta (aunque intentes pintárselo o maquillárselo con unicornios).