Mi padre cuando era pequeña siempre me decía eso y aunque se lo discutía, he de admitir que lo hacía por inercia, porque razón no le faltaba. En el caos y en el silencio siempre encuentro un verdadero espacio de ingenio. Mientras yo veía los frenos ajenos con cosas innecesarias fijándose en que no podían abrir una puerta yo me ponía a pensar cómo crear una ventana, cómo abrir una cerradura sin llaves o buscaba otras formas de solucionar. Mi intención no era nunca romper una vajilla, pero a veces un simple cambio en una misma mueve a gran escala al resto como un efecto dominó.
Es incontrolable una persona que no conoces cuáles son sus planes y que nunca sabes por dónde te va a salir, pero la imprevisibilidad favorece algo muy concreto, que siempre tienes una solución, mejor o peor, pero siempre hay una.
«Si no puedo volar, echaré raíces. Si no puedo crecer como un árbol, me convertiré en agua para encontrar mi cauce. Si no puedo brillar en la superficie, crearé diamantes bajo tierra. Si no puedo tener tranquilidad, usaré el nerviosismo a mi favor para lanzarlo como un cohete»