Hace unas semanas vi una serie sobre educación financiera. El profesional cada vez que conocía a un cliente le preguntaba qué idea tenía del lujo y era super interesante como cada uno decía una cosa. Una joven gimnasta decía:
—Mi vida de lujo es no tener que renunciar a viajar y tener esta casa porque me encanta.
Un joven que se había criado en la calle y ahora le iba muy bien decía:
—Mi vida de lujo es comprar todo aquello que quiero sin sentirme culpable al gastar.
Una familia, donde ella era la que trabajaba decía:
—Darles a mis hijos, todo lo que yo no pude tener. Siempre estoy fuera de casa pero al menos ellos tienen cubiertas sus necesidades.
Lo que me gustó del profesional es que hacía hincapié en reflexionar cómo el consumo vive entre nosotros y cómo es necesario priorizar y tener claro qué es el lujo o vivir bien. Muchos a lo largo de la serie cambiaron su percepción, dando más relevancia a pasar más tiempo con los hijos en vez de pensar que el trabajo lo era todo, o vender una casa tan grande por otra más pequeña que valiera menos y dejar el dinero restante como un colchón de ahorro. Obviamente yo también, me hice mi lista.
Mi vida de lujo (actualmente) es:
- No tener horarios. Me estresa el reloj y eso aumenta el cortisol, que no es sano para la salud mental. Me encanta en mis días libres despertar sin alarma y pensar: ¿qué me apetece hacer hoy?
- El autocuidado. La salud es importantísima para tener un óptima energía a la hora de querer hacer todo lo que quiero al cabo del año. Por eso, el deporte, la meditación, el silencio y la buena alimentación, no pueden faltar.
- Sentirme agradecida por la familia, los amigos y el gato que tengo. No necesito más. A algunos los veo cuando puedo y me enseñan siempre perspectivas nuevas.
- Ir a comprar sin preocuparme cuánto voy a gastar porque tengo muy claro en qué gastar o no el dinero, de forma consciente. Si gasto en algo es porque habré recortado de otra parte que no era tan necesaria.
- Tener agua caliente. Tras una larga jornada, es una de las cosas más reconfortantes que tengo de autorregularme.
- Pasear por la naturaleza, me recarga de paz y eso tiene un valor incalculable.
- Tomar el sol en invierno, me reconforta el calor en periodos de fríos. Aparte de ser vitamina para mi piel.
¿Y tú? ¿Ya has hecho tu lista?