La ventaja/desventaja (esto es relativo) de no tener filtros es ver a leguas la oscuridad de las personas porque echa para atrás. Es como observar a la muerte encapuchada con su hoz esperando pacientemente llevarse a alguien a su bando y solo necesita disponer de arqueros de la manipulación para ello. En ocasiones, los admiro al observarlos porque se creen invisibles y no lo son. Sin embargo, acabas viendo como conectan sus flechas de tal forma con tanta cuerda hacia otra persona que acaba siendo un títere sin poderlo remediar.
Hoy hablaré de 5 técnicas (o las más observadas durante el último mes):
- La flecha del halago. Quizás a priori, nuestro arquero te ha preguntado si le puedes hacer un favor. Al decirle que no pasa a la segunda fase. Comienza con un «no sé hacerlo me podrías ayudar que tú eres buena…» o «es que tú eres una crack en tal cosa y tienes ese don…». Lo que hay que ver (mmmmm ínflame el ego todo lo que quieras, pero si estoy viendo a leguas que eres capaz de hacerlo solo/a, que me estás tomando el pelo porque no te responsabilizas de tus quehaceres y mis dones en sí te importan un carajo porque solo es conveniencia, te mandaré a Marte y no en cohete).
- La flecha del entorno. Si el arquero ve que estas sano/a y no cedes a su control, lo más probable es que intente ganarse a aquellos que te rodean para hacer presión. En estos casos, de tus amistades escucharas «pero si es majo/a, se porta bien…» para que acabes aceptando. Brutal (Muy inteligente esta artimaña si, pero si sigo viendo que no eres trigo limpio, acceso sigues sin tener hagas lo que hagas).
- La flecha de la imitación. Una persona que no tiene nada en común contigo es muy raro que de pronto (milagro), tenga 30.567 cosas igual que tú. Es magnífico que te den la razón todo el rato y que a la par intenten acercarse a ti, pero lo peor es cuando ves que hay doble cara y no es verdad. ¡Es muy decepcionante! Es triste (alguna vez se me ha pasado por la cabeza decir: por favor solicito hablar con la persona que ocultas y no con la que me muestras si no es mucho pedir).
- La flecha de la tormenta. Qué tedioso puede ser que una persona te esté insistiendo toda la semana en algo. Son arqueros que usan las tormentas como medio para tumbar árboles. No os podéis imaginar la cantidad de veces que escucho «al final le dije que sí para que no me diera la paliza más».
- La flecha del insulto. Esta es una de las que más gracia me causa porque cuando dices que no, de pronto te sueltan un «muy bien, qué tonta tu te lo pierdes» o un «qué aburrida o qué ignorante» acabas pensando: «¿qué me pierdo? ¿tu falta de capacidad neuronal para entender un simple no? ¿o tu gran baraja de insultos? Porque no me sales rentable»
Llegados a este punto tengo que agradecer, a la cantidad de personas que son maravillosas, sin dobles caras, que disfruto elegir mantener a mi lado y que no son facturas en mi vida. Esas son un gran tesoro que prefiero tenerlo a buen recaudo.