Nunca elegiré entre tu y la compañía porque os necesito a las dos para vivir una vida plena. No me das miedo porque veo como me cuidas, me acunas, me meces, me restauras y me permites hacerme cargo de todas las emociones que percibo a lo largo del día. Me invitas a sacar partido de cada una de ellas y a bailar una danza que conecta, bombea y da sentido a los latidos de un viejoven corazón.
Entiendo perfectamente que te rechacen puesto que no es fácil tu labor. Eres el reflejo de lo que nos negamos a ver, la sabiduría de lo que no queremos admitir, la voz de lo que evitamos escuchar y la sombra de un gran árbol que nos da cobijo cuando el sol quema.
Tu eres ese despertador necesario para no vivir en el olvido, ya que los seres humanos para evitar sentir tu presencia usan cualquier estrategia (adicciones, trabajo, excusas, responsabilidades…) para anestesiarte.
No todo el mundo estará dispuesto/a a ser tu amigo/a, pero para aquellos que sí, los transformarás tanto que te sentirás orgullosa de sus increíbles dones.
Querida soledad…
«Cuando el alumno está preparado, el maestro aparece»