Todo se convierte en habilidad cuando está en el sitio correcto y, sino que se lo digan a Cablis. Cablis era un cable suelto de Cablelandia. Tuvo que dejar su hogar porque cortocircuitaba cada dos por tres y tenía tal voltaje que o destruía todo lo que amaba o lo reprimía produciéndole mucho dolor. Tras un largo camino sin saber realmente hacia dónde ir decidió acampar y descansar. Al atardecer una gaviota se acercó y le preguntó:
—¿Qué haces aquí? ¿Te has perdido?
—¿Quién habla?
—Yo.
Cablis miró con recelo a la gaviota y le dijo:
—¿Por qué me preguntas eso? Déjame en paz y no me marees.
—¿Qué haces aquí? —le repitió la gaviota.
—No lo sé. Supongo que busco algo. Abandoné mi hogar porque tengo demasiado voltaje y al cortocircuitar, destruyo todo a mi paso.
—¡Cuánta tristeza leo en tus ojos! Ojalá pudieras ver todo lo que puedes hacer. ¡Ven! Quiero enseñarte algo.
La gaviota llevó a Cablis hasta un viejo faro y le dijo:
—¡Venga!
—¿Qué quieres que haga yo aquí?
—¿No sabes lo que hay?
—No.
—¡Ven! Aquí dentro, hay un generador de electricidad y el último cable suelto que estaba aquí lamentablemente nos dejó hace unos años y nunca más hubo luz. Se necesita un gran alto voltaje para poder ponerlo en marcha y creo que tú podrás lograr que este viejo faro, vuelva a guiar a los barcos.
Cablis vaciló durante un momento, pero luego buscó el mecanismo y detonó. En ese momento lloró de alegría porque podía cortocircuitar sin destruir. Ahora, era la pieza que faltaba para encender un generador.
Qué bonito
🙂 Al final, nada es un problema si está en el sitio que toca !