A veces, me sorprende la dificultad que hay en este siglo para gestionar el aburrimiento. Es como si no se quisiera tener. Alguien aburrido, es anestesiado TODO el tiempo, con el ocio de la tecnología o con distracciones varias para evitar que conecte consigo/a mismo/a. Es una pena. Se está matando la creatividad y la capacidad de pensar.
Hay obras únicas que solo nacen en esos momentos. Y si le quitas al ser humano la conexión con la relación consigo mismo, lo que sucede es que deja de crear. Sometidos a la necesidad constante de anestesiar esos momentos hacen que te lleven a observar después, cómo surgen en el ser humano las quejas por no entender por qué no avanzan. Mientras piensas: «¿qué parte del problema no ves?»
¿Cómo va a avanzar un humano si para desarrollarse necesita crear y siempre lo tienes distraído con otras cosas que se lo impiden?
Yo siempre le vi beneficios a anular muchos estímulos, porque sabía que solo con el aburrimiento mi ingenio podía encenderse y crear nuevas formas de vida o innovar.
El punto ciego del sistema de este siglo es que hay tanta música o estimulación y tanto ruido, que al ser humano se le ha quitado la capacidad de confiar y creer que puede componer porque no es capaz de encontrar silencio ni de conectar consigo mismo. Punto necesario e imprescindible para poder crear.
Sin aburrimiento, no hay creatividad y sin creatividad no hay cambio ni deseo concreto de proyecto de vida. Sin silencio, no hay capacidad para crear música vital, ni evolucionar.
Cuando aprendes a seleccionar estímulos y reducirlos, llega un punto que vas a tener el aburrimiento perfecto para poner tu foco en lo importante y dar rienda suelta a esa gran capacidad creadora.