¡Cuánto daño ha hecho esa frase en mi ser! Siempre he imaginado la palabra «superar» como una carrera de atletismo. Me imaginaba corriendo con mis miedos y la mayoría del tiempo, ellos ganaban. Superarlos implicaba verlos como adversarios. Quizás a mí, no me hacía falta verlos como rivales o con aires de superioridad o de inferioridad. Creo que lo que más se acercaba a mi frecuencia era «integra tus miedos». ¿Por qué? Porque en el momento que lo rechazas, en el momento que no lo haces un compañero, ni le permites contarte su historia, realizar su función protectora o darle la vuelta y ver qué virtud custodia, es cuando puede bloquearte porque no le das un lugar en ti.
Los miedos son el lado oscuro de la luna y si te atreves a escucharlos, pueden mostrarte el esplendor de su luna llena y convertirse en una herramienta. Quizás, para mí, es más amoroso mirarlos como una labor de trabajo en equipo que como un duelo a muerte.
Al final, como en cada decisión que tomamos, las personas decidimos qué frases compramos o mantenemos en nuestra órbita y cuáles dejamos en el supermercado. Esta es una de las que dejé. No era sana para mi alimentación.