Una frase que me digo bastante cuando una resistencia me perturba es: «Mientras tú sueñas, yo voy y lo consigo». Cuando era pequeña me encantaba soñar, esa era la clave de mi imaginación y de las posibles soluciones. Todo en esta vida empieza por una idea y un deseo visualizado. Sin embargo, hay algo que detona en mi: no puedo quedarme con las ganas ni con la espinita de intentarlo. Para bien y para mal, soy consciente que a bien es un gran aprendizaje de resiliencia y a mal una caída de dolor extremo.
Hay sueños que las personas tienen desde chiquititas, pero que no por circunstancias varias no los cumplen o los cambian por otras prioridades. A mi me costó tiempo poner en una bandeja todo lo que soñaba, algunos como no eran sueños propios los quité, pero otros que sí que lo eran los pude unificar con otros que a priori, pensaba que no tenían relación y al final, cuando toda la masa se unió, solo quedó uno: crear.
Crear no es solo materializar algo de la nada dándole forma con tiempo y amor, es ser el inicio de una motivación, de explorar una posibilidad, de vivir una experiencia y de ser la dinamita de pilares que tiene que venirse abajo para reconstruir un nuevo lugar. No me conformo con solo planificar un sueño, me conformo con intentar crearlo y conseguirlo.