Ella tenía dos pretendientes: su mejor versión (la riqueza) y su peor versión (la pobreza). Su clan la amaba y la protegía. Entonces ella le preguntó a su familia:
—Aunque es obvio, ¿con quién debo casarme?
—Tanto la riqueza como la pobreza tienen TRES PILARES: buena/mala salud, poco/mucho dinero y inestable/estable amor. Si te casas con la pobreza el pack que lleva es que su mala salud te deteriora, su dinero se irá por falta de límites y las malas relaciones harán acto de presencia. Pero si te casas con la riqueza, podrás elegir trabajar en tu buena salud, aprenderás a administrar correctamente tus bienes para un hogar tranquilo y el amor aflorará porque serás fiel a tus principios, marcarás límites y no sentirás ningún cargo de conciencia. Muchas personas que dicen amarse a sí mismas y no cuidan su salud o su economía claramente se han casado con la pobreza y luego se quejan. A tiempo de volverte a casar con la riqueza siempre estarás. De hecho, no hablamos de otras personas sino de la relación que uno/a tiene con uno/a mismo/a. Por eso, antes de nada, debemos preguntarte:
—¿Con quien quieres casarte? ¿Con tu mejor o con tu peor versión? ¿Qué deseas darle a tu ser?
—No es nada personal hacia nadie, pero justo por amor a mi familia y a mí misma, siempre apostaré por la riqueza y sé que ello conllevará siempre un autocuidado enraizado como pilar a todo lo demás.
Una vez pactado, el clan le dio su bendición a la riqueza y la pobreza tuvo que ir a marear a alguien que no tuviera claro lo que quería de verdad. Ambas relaciones siempre van a estar, pero debes tener muy claro que solo tú decides de quién te quieres divorciar y con quién te quieres casar. Porque en tu interior para ti mismo/a siempre surgirá la doble posibilidad.
«Solo en soledad pude casarme con mi riqueza interior. En compañía me distraía tanto que no elegía la mejor posibilidad. Lo contrario a la atracción, es la distracción. Me distraía de la verdadera riqueza con tanta pobreza mareando alrededor. Esa era mi prueba. Una vez marqué límites, la riqueza apareció y fui feliz de saber que más pronto o más tarde iba a darse. ¿La riqueza que me pidió a cambio? Que jurara serle siempre fiel y así fue como, decidí que no traicionaría jamás mis principios por ninguna pobreza. Ya puede venirse el mundo abajo que yo me mantengo en mi lugar.»