Quién sería yo si no hubiera parado por aquellos puertos… Habían dos que se repetían una y otra vez. Da igual que seas el amor más bonito del mundo si caes en el lugar, persona o puerto incorrecto. Solo en los ojos correctos una verdadera conexión se puede dar. Sin embargo, debía cruzar esos dos puertos para aprender: a reconocer y a sostener mi valor y mi propósito.
1.El puerto cerrado es ese donde por más talento que tengas, si la otra persona o espacio no lo valora ni lo pone en su lugar, no hay nada que hacer. Te hará sentir que no vales nada y que fuerzas y tratas de encajar en unos zapatos pequeños. Te removerá de arriba abajo. Te obligará a transitar creencias y sistemas heredados. Después, puede, que llegues a la conclusión de que un/una rey/reina no necesita una corona para saber quien es ni un/una artista necesita un título para saber que lo es. Entonces, te permitirás una cosa muy concreta: no demostrarle nada a nadie. Sin embargo, sí tendrás mucho que demostrarte a ti mismo/a y es, aprender a sostener tus límites y la ceguera ajena. En este puerto aprenderás a ver lo valioso/a que eres, a desvincularte completamente de ninguna comparación, a no necesitar aplausos y a dejar de dar amor a donde no pueden verlo. Las relaciones son recíprocas, es un desgaste perder tu tiempo y energía dando un talento o un amor donde no pueden reconocerlo. Eso cae en un pozo sin fondo. Elegirás incluso relaciones desde el miedo a la soledad o al rechazo por lecciones pendientes. Supongo que este puerto sostiene el espejo del amor propio y cuando es trascendido ya estás preparado/a para dejar ir lo que no está a tu mismo nivel y te moverás a otro que no sea tan superficial. Aprenderás a gobernar la energía externa a través de unos límites sólidos. La pregunta que envuelve el reto de este puerto es: ¿quién eres de verdad?
2. El puerto abierto es el contrario, no sentirás que estás luchando, las cosas se darán solas sin forzarlas. Atraerás solo lo que está en sintonía y te encontrarán personas que de verdad valorarán lo que ofrezcas. No crearás a la carta de otro sino desde tu propia cosecha, conectando con tu verdadera esencia: una de calidad. Este puerto también tiene sus retos, porque te encontrarás con personas y lugares que tienen tu mismo talento y te van a enseñar a controlarlo y eso tampoco será fácil. Te llevará a escuchar a tu sombra, a acogerla y una vez sea tu amiga, te llevará a tu propósito. En este puerto a veces no sabrás si tienes virtudes o defectos, cuando ambas son la cara de una misma moneda. Pero siéntete feliz porque en esta parada, verás con tus propios ojos lo que eres capaz de hacer y de cómo darás y recibirás amor al mismo nivel. Ya no habrá apego y aceptarás que atraes personas en tu resonancia y que elegirás relaciones desde el amor. Entenderás la importancia de cada experiencia y tu conciencia se elevará. Tu fuerza de voluntad aflorará por sí sola porque conectarás con tu verdadera pasión sin máscaras. Aquí aprenderás a gobernar la energía interior. La pregunta de este puerto es: ¿Cuál es tu propósito y cómo se alinea con la felicidad de tu vida?
En mi caso, ambos puertos (por lo que pasaría de nuevo si volviera a nacer) fueron vitales en mi vida, porque en uno tuve que aprender a saber quien era de verdad y a dejar de dar. Perdía mucho tiempo en dar amor a quien no estaba abierto a recibir (ya fuera una persona o un lugar) aunque nada tuviera que ver conmigo. En cambio, en el otro, fue al revés tuve que coger las riendas de mi verdadera pasión (esa era la llave para reforzar ciertas relaciones) y aprender a recibir la cantidad de amor que tenía, porque a veces tenía tanto que no sabía que hacer con ello.
Llegados a este punto, gracias a todos/as los que me cerraron la puerta, porque si la hubieran abierto, jamás me hubieran dado la oportunidad de poder volver a mi hogar creativo para crear algo verdaderamente extraordinario.