No es que sea una desagradecida. Todo lo contrario. Valoro todos y cada uno de los pasos que he dado. Ellos me han llevado a ver cosas que no veía, a conocer a personas que a priori hubiera rechazado (por pensar que no había nada en común) para convertirse en seres imprescindibles llenos de luz. Además, he observado que podía llevar a mi estrés a su punto máximo y no morir en el intento, he aceptado dejar atrás muchas cosas que amaba de corazón y he derrumbado pilares que ya no tenían sentido para mí a base de cuestionamiento puro y duro. No ha sido nada fácil.
Sin embargo, ya no puedo volver (ni quiero, aunque pudiera), porque hay por delante mucho que descubrir. No puedo permitirme estancarme en lo que no funciona o vivir continuamente en el bucle de la nostalgia de «los buenos tiempos» porque eso frena mi propia evolución. No sé si te habrá pasado… vives un cambio tan profundo que ya no puedes volver a ponerte la venda en los ojos porque dejarías de ser fiel a ti mismo/a.
Hace tiempo decidí (por voluntad propia) adentrarme en el inframundo de mi propia oscuridad para darme cuenta de que no solo somos cuerpos y almas interconectadas… Somos semillas destinadas a expandirse y a nutrirse de todo lo que hay a su alrededor y pueden, permanecer dormidas o despertar de golpe (en distintos tiempos y edades) para florecer de forma inimaginable.
Nuestro pasado fue una semilla que se creó, el presente es el abono y la germinación de nuestros sueños, deseos, experiencias y prioridades y el futuro, un fruto lleno de granos de potencial.
No lo desperdicies.